Es característico de Villafranca la existencia de una zona que agrupa a la mayoría de los trujales de la localidad. Se pueden distinguir hasta 10, con diferentes tipologías y grados de conservación, pero con aspectos comunes. Todos son de propiedad privada.

La parte central la constituye el lagar en el que se pisaba la uva. Comunicado por un pequeño conducto se encuentra una pila, a la que pasaba el vino una vez fermentado.

De aquí se recogía en botos y se transportaba hasta las cubas, que se encuentran en una bodega subterránea bajo el lagar. Estas poseen un respiradero que comunica con el exterior.