Castillo de Burbáguena
El castillo de Burbáguena, «Burbaca» o «Burbachana», existía el siglo XII. En un principio, pertenecía al Señor de Albarracín, que en 1192, lo entregó a su hijo Álvaro, con motivo de su matrimonio con Inés de Navarra. En 1214, pertenecía todavía, junto al de Ródenas, a Gonzalo de Azagra. En 1208 Pedro II confirmó al monasterio de Marimond la donación de los lugares de Burbáguena, Tornos y Embid hecha por doña Catalana, abadesa de Casbas. Tenemos noticias de obras en el castillo en 1295 y en 1344. En 1363 el castillo se rindió a las tropas castellanas y, cuando volvió a manos aragonesas en 1364, se reparó nuevamente.
Del antiguo Castillo, situado en una plataforma elevada desde la que divisa la localidad y una buena parte del Valle del Jiloca, sólo quedan dos torres construidas en tapial. En una de ellas la base se construyó en mampostería reforzada con sillares en las esquinas, mientras que en la otra el tapial se reforzó en las esquinas con ladrillos.
Ambas han sido tan reutilizadas y trasformadas, una de ellas utilizada como palomar, por lo que es difícil apreciar su construcción original. Sabemos que existía un tercer torreón sobre cuya base, todavía hoy apreciable, hace unos años se construyó una torre para albergar un reloj. También perduran restos de la muralla exterior.
El tamaño de la explanada donde se encuentran los restos de la fortificación hace pensar que hubo otras torres que hoy han desaparecido. Estaba arruinado en tiempos de Madoz, pero había a su lado una ermita.